Una rosa, para algunos es una simple flor, para otros un detalle con el cual demuestras afecto a alguien y para algunos otros, la excelencia de la elegante naturaleza. Prometo hablar sólo de rosas, o al menos lo intentaré.
Sea lo que sea, para mí es algo más simbólico, no sé, pienso que una rosa puede ser el motivo por el que alguien sonría, gracias a ti.
Y os preguntaréis, ¿y cómo hace una mera flor sonreír a alguien? Esto es fácil de responder, las flores son uno de los frutos más bellos que nos ha dado la naturaleza, y la rosa en concreto, es la representación del amor, por ser de color rojo y denotar más que un significado simple. Hay algo más en ella que es imposible decir con palabras. La rosa, ¡oh rosa! Cuántas yemas de delicadas manos han sangrado gracias a tus espinas, y han derramado lo que mucho después sería, la gota que colmaba el vaso de un amor que estaba por consumir.
Y sí, el amor es inmenso, y el cielo es de un azul cautivador, pero, no hay nada más precioso en la faz de la tierra que una rosa que represente los amoríos de una generación perdida. No me gusta sincerarme, pero es que no puedo contenerlo, necesito de esa chispa que hay en las miradas que se cruzan por la calle y que sabes que jamás volverán a encontrarse. Las cosas más bonitas han tenido una rosa de testigo, y si no, que se lo digan a San Jorge que de la lucha por el amor de su vida, nació una rosa, pero no hablo de una rosa que puedes encontrar en cualquier rosal o en alguna recóndita floristería. Hablo de ese tipo de rosas que son capaces de cambiar el mundo, y crear fusiones nucleares con las caricias que se dan donde las sonrisas son moneda la cambio. Donde el emperador es el corazón y el imperio es tan solo, un abrazo que das a alguien que no veías desde hace mucho tiempo. Me prometí hablar de rosas y no de amor, pero es que las rosas te representan a ti, y yo a ti te quiero, y la verdad, no sé no hablar de lo que quiero.
Hace basta tiempo que escribo textos de este tipo, poco a poco espero mejorar.